496, Estaban desnudos ( Gen. 2,7-3,7)
¡Lástima que las lecturas litúrgicas se comen una buena parte de la narración
bíblica! Eva aparece de pronto, hecha y derecha, omitiendo el sentido poético de la necesidad mutua y de la armonía original. Conocemos ”demasiado” este comienzo de la Biblia y descubrimos estas omisiones que mutilan partes
importantes. Hoy nos hablan de la creación, y ya está, nos lo sabemos bien. ¡Pues, quizás, no tantos! Dicen los expertos que éste es un relato etiológico, es decir, que busca explicar la causa de algo. Y es que los
antiguos estaban tan preocupados como nosotros con la compatibilidad de Dios y la presencia del mal en el mundo. Comienzan con una afirmación rotunda: el mundo es obra de Dios y to él era bueno (y utilizan la cosmología de la época).
Y seguirán preguntando; ¿qué pasa con el mal? Y nos cuentan la segunda narración de creación, la aparición de Adán y Eva. Y viene, entonces, una explicación antropológica, un pelín existencialista:
el hombre quiere hacerse como Dios y ser “dueño” del bien y del mal. Sartre decía que cuando el hombre se hace un pequeño dios, entonces “el infierno son los otros”. La serpiente les prometió que se les abrirían
los ojos, serían como dios y dominarían el bien y el mal. Efectivamente se les abrieron los ojos y cayeron en la cuenta de que estaban desnudos y corrieron a taparse. Querer ser como Dios los lleva a encontrase con su pequeñez y su limitación
(como en Babel).
29 febrero 2020